La evolución de las ciudades inteligentes en los últimos años está llevando a un cambio en el modo en que los ciudadanos interactuamos con los servicios urbanos. Este nuevo modelo se basa en responder a nuevos retos, para satisfacer nuevas necesidades. Grandes ciudades y zonas urbanas siempre han tenido un rol clave para el desarrollo de la civilización. Internet ha cambiado la manera en la que nos comunicamos e interactuamos entre nosotros, y el modo en que accedemos a la cultura, ocio, compras, etc. Más importante, hemos cambiado el modo en que nos relacionamos con la ciudad. Ya no es sorprendente escuchar que el 60% de la población mundial vivirá en ciudades en el año 2020, y estas significarán el 75% del consumo energético y el 80% de gases de efecto invernadero.
Ciudades Inteligentes son aquellos lugar donde las redes tradicionales y los servicios se vuelven más eficientes con el uso de tecnologías digitales y de telecomunicación, para el beneficio de sus habitantes y negocios. Sin embargo, el concepto de ciudad inteligente va más allá del uso de las TIC (Tecnologías de la Información y Comunicación) para hacer de los recursos un uso más eficiente y en definitiva desprender menos gases contaminantes. Smart City conlleva una red de transportes más inteligente, un suministro de agua e instalaciones de eliminación de residuos mejorados, y modos más eficientes de alumbrar y calentar los edificios.
Lo que fueron una vez ciudades tradicionales son ahora usuarios de la tecnología para gestionar y gobernar nuestro medioambiente. Y ellas involucran a todo el mundo: desde el gobierno nacional hasta el gobierno local, los negocios y los ciudadanos.
¿Por qué aparecen ahora las ciudades inteligentes, si hay población que siempre ha vivido en ciudades?
Las ciudades se están convirtiendo en lugares muy grandes con sistemas de una magnitud muy compleja. Pero es hoy en día cuando nos damos cuenta que existen 2 planteamientos diferentes para Smart Cities: el primero mira hacia las infraestructuras para conseguir que se trabaje más eficazmente. Por ejemplo, medir y predecir el flujo de tráfico en ciudades para prevenir la congestión. El otro enfoque mira el cambio de comportamiento de la población para incentivar un mejor uso de los sistemas. Esto significa usar esos dispositivos que la gente ya dispone para así motivarlos a comportarse de la mejor manera en el área urbana. Las ciudades están formadas por personas, y por la conectividad entre estas, es por eso que no deberíamos hablar solo de tecnología, sino que también de motivación.
Algunas ciudades como Río de Janeiro ya ponen en marcha lo que llaman «centro de gestión» o «cerebro integrado», que hace la comunicación más fácil entre diferentes servicios y soluciones del ecosistema de la ciudad -movilidad, agua, energía, medio ambiente, ocio y turismo-. También disponen de herramientas para predecir comportamientos de la ciudad relacionados con el uso de sus servicios. Algunos ejemplos de nuevas medidas implementadas en estas áreas urbanas son: la instalación de cámaras inteligentes que controlan el tráfico, un sistema de riego que trabaja conforme las condiciones meteorológicas, sensores en aparcamientos conectados a aplicaciones con tal de informar al conductor de dónde puede encontrar sitio para aparcar, o un sistema Wi-Fi avanzado que permite la conectividad a la red en las calles y el transporte público como el bus y el metro. Barcelona ha puesto en marcha el proyecto Internet of Everything (de Cisco) para convertirse en Ciudad Inteligente. Aquí puedes ver un video que muestra cómo lo están haciendo.